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Deslocalización y relocalización del sistema alimentario

Autores: Gabriel Saucedo Arteaga, Salvador Ortiz Gutiérrez

Introducción

No hace muchos años, nuestras madres y abuelas sembraban y cosechaban buena parte de las frutas y verduras que se utilizaban en la alimentación familiar; el traspatio, el huerto, la hortaliza cumplían una importante función. El rancho era la fuente de producción de alimentos, que daban la tranquilidad de tener maíz y frijol para buena parte del año. El cultivo de una milpa, podría ser un recurso extenso y variado para el acceso a la recolección de quelites, calabaza o miel; la caza de conejos, palomas, codornices, o hasta de venado; la pesca de truchas, acociles, ranas; el acarreo de leña y ocotes para el fuego; la cría a pequeña escala, de cabras, chivos, cerdos, borregos, vacas; las gallinas, guajolotes, patos, palomas y conejos. Además, había la posibilidad de vender o intercambiar los excedentes entre los vecinos y familiares o en el mercado. Las plantas medicinales, y claro que también las flores silvestres, para el jarrón o el jardín familiar. La creatividad, los conocimientos y las laboriosas tareas para obtener estos recursos, procesarlos o almacenarlos sin duda eran asombrosas, pero tan común, tan cotidiana; cómo se organizó y estructuró ese sistema alimentario. La producción y el consumo de alimentos ocurría en el mas amplio contexto ambiental, cultural, familiar y social. Visitar a los parientes o amigos en algún otro pueblo, o rancho, también era una experiencia de intercambio de alimentos, técnicas, recetas o remedios. Durante esas visitas se ofrecían con orgullo, el pan o pastel hecho en casa; la mantequilla, la miel o alguna conserva de frutas, verduras y chiles. La familia regresaba al hogar con canastas, costales o bolsas con alimentos, conservas o semillas. Más importante era el sentir y ser parte de la comunidad; las relaciones, la solidaridad con las personas y con el campo. La familia era la unidad predominante de la agricultura alimentaria.

Todo esto es tan importante y esencial de nuestra vida, que cada vez es mas frecuente la instalación de granjas demostrativas, para que los niños puedan conocer los procesos de cultivo, de cría de animales y de la agroindustria en pequeña escala; hay gobiernos que facilitan lotes de tierra para las familias que deseen cultivar sus hortalizas, dedican grandes extensiones para conservar, rescatar o enriquecer los ecosistemas con técnicas alternativas. Antes, durante y después de las guerras, la agricultura familiar y en pequeña escala ha estado ligada a la seguridad alimentaria mundial; rescata los alimentos tradicionales, contribuye a una dieta equilibrada, a la protección de la biodiversidad agrícola del mundo y al uso sostenible de los recursos naturales; representa una oportunidad para motivar la economía local. Es el medio para alimentar al mundo y cuidar al planeta (FAO)1.

Milagros de la economía política y la industria alimentaria 2

El mundo es lo suficientemente grande para satisfacer las necesidades de todos, pero siempre será demasiado pequeño para satisfacer la avaricia de algunos. Mahatma Gandhi.

En México hubo autosuficiencia alimentaria hasta mediados de los ochenta en que se impuso la economía neoliberal3 propuesta por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). El país tenía una deficiente estructura agraria, sin embargo transfería ganancias al campo y éste alimentaba a las ciudades. Los gobiernos, presionados por el BM y el FMI fueron desestructurando el sistema alimentario campesino: el ejido, la comunidad agraria, los créditos, el precio de garantía y las instituciones como la extinta Compañía Nacional de Subsistencias Populares (CONASUPO), que hacían posible el acceso y distribución de alimentos básicos por todos los pueblos.

Con el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) cayeron las fronteras para los alimentos de Estados Unidos, -granos, carnes y lácteos-; cada año se importaba más, por la reducción en la producción o los altos costos. Los campesinos tuvieron que competir en el mercado contra las grandes transnacionales; se perdió la autosuficiencia y seguridad alimentaria y en veinte años (1980-1999) las importaciones agroalimentarias se multiplicaron por diez. Cada año, miles de campesinos abandonaron sus tierras y llegaron a las colonias urbanas marginales para aumentar el número de autoempleados, semiproletarios y desempleados o emigraron al extranjero (en 2004 las remesas monetarias enviadas por los emigrantes, solo fue superada por la exportación de petróleo). El sistema de mercado, según la doctrina neoliberal, lograría mejorar el acceso y distribución a los recursos con base en la libre competencia4 y la auto regulación; cualquier intervención estatal solo provocaría alteraciones en el sistema.

Bajo este modelo económico 5, todo el planeta quedó a disposición de las grandes empresas para encontrar los medios de producción más convenientes a sus intereses; poco importaba si el agua, la tierra o el aire se contaminan o si los ecosistemas se destruyen. No importa que la mano de obra sea más barata, a costa de la dignidad, salud o derechos de los trabajadores. Las exigencias para la producción y el precio que pagan estas compañías a miles de agricultores, por sus productos –arroz, maíz, café, trigo y sorgo- no les permite cubrir sus costos. El sistema de comercio es injusto porque solo atiende a los intereses de los países ricos, que son los que imponen sus condiciones a los países pobres y actúan de la manera que mejor les conviene en cada momento. Las consecuencias negativas de este modelo económico las padecen las familias pobres de todos los países; los derechos frágiles y las condiciones laborales son cada vez más difíciles: contratos temporales, facilidades para el despido. Las empresas buscan aprovechar al máximo la fuerza laboral y obtener mayores ganancias, no dar buenos empleos o mejorar las condiciones de vida y salud.

El gran negocio de la distribución de alimentos

La mayoría de los productos alimenticios que venden los supermercados están elaborados con base en: maíz, trigo o soya. La variedad de las semillas cada vez es menor, por lo que el control de ellas está en manos de unas cuantas compañías, como es el caso de Monsanto; y la producción y distribución de los productos ha quedado en manos de una docena de comercializadoras. La fórmula de este milagro es: menor número de alimentos básicos, menor variedad de semillas, menos comercializadoras, darán mayores ganancias.

Hoy día, caminar entre los pasillos de grandes supermercados produce la sensación de gran variedad, disponibilidad y accesibilidad a alimentos locales, de la región, de cualquier parte e inclusive de lugares y países poco imaginados. En los últimos años las compañías comercializadoras de alimentos han ocupado los primeros lugares en ganancias, con millones de empleados, miles de sucursales distribuidas en muchos países. De esta manera las comercializadoras deciden en buena medida qué comemos, por qué, quién lo produce, cómo se produce y dónde se produce. En ellas las ventas de alimentos aportan entre el 60 y 70 %: es un negocio rentable a escala mundial. Las comercializadoras ganan mucho más que los productores y gastan más en publicidad, transporte y envoltura que en el pago al agricultor o productor. Por ejemplo en algunos países, el consumidor paga un dólar por un alimento, que fue comprado en 35 centavos al productor. A escala mundial, este proceso se encuentra controlado por un puñado de compañías; los alimentos una vez que salen del campo, son almacenados principalmente en grandes bodegas pertenecientes a cadenas de comercialización. Esta trampa comercial a productores y compradores de alimentos es la que actualmente se ha impuesto.

Por otro lado, según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) cada año se desperdician mas de mil 300 millones de toneladas en la producción, distribución y almacenamiento de alimentos y productos alimenticios, o por no cumplir con los requisitos del mercado (tamaño, color y forma; en otras palabras, por feos). En Reino Unido, Estados Unidos y España 30% de la comida

que se compra, se tira a la basura. La FAO señala también que hay mil millones de persona en situación de hambruna, por no tener dinero para comprar alimentos como consecuencia del desempleo y la pobreza. Las encuestas sobre percepción de inseguridad alimentaria muestran que con frecuencia en el hogar falta dinero para comprar alimentos, que algún miembro de la familia no completó los tres tiempos de comidas, que durmieron con hambre o que algún miembro no probó alimento en todo el día.

Alternativas locales de producción y distribución de alimentos

“Hay un rumor que recorre varios países: dicen que hay algunas gentes que recuerdan como sembraban sus padres o abuelos. Que están rescatando y mejorando las técnicas, las plantas y los cultivos. Más aún dicen que esas gentes están dispuestas a enseñar, a compartir y a platicar sus experiencias. Son productores que reconocen y dan importancia a los ecosistemas, a la variedad de los cultivos; y a la alimentación saludable. Son productores con técnicas y conocimientos tradicionales/modernos, que reconocen la importancia de la alimentación en ese contexto social, cultural: son productores responsables y solidarios que piensan que el alimento y el conocimiento son para compartir”. Gabriel Saucedo

¿En pleno siglo XXI serán posibles otras estrategias de producción y comercialización de alimentos para contener la competencia desleal contra sectores tradicionales de venta como las tiendas, los mercados de barrio, las plazas o tianguis? ¿Es posible la relocalización de un sistema alimentario basado en cadenas cortas de producción y consumo, incentivando también la relación campo/ciudad, agricultura y sustentabilidad de los ecosistemas? Cada vez se escucha con más fuerza el rumor de que sí es posible fortalecer procesos alternativos para ejercer el derecho a la alimentación adecuada, la seguridad, la soberanía, la autonomía, la autosuficiencia y la autogestión alimentaria; especialmente apuntalando hacia procesos de producción, distribución y comercialización de alimentos en condiciones de cadenas cortas6, responsables, solidarias y sobre todo justas.

Estas estrategias requieren de propuestas organizativas del campesinado, asociaciones de consumidores, redes de productores y consumidores para construir una relación directa entre el campo y la ciudad, el agricultor y el consumidor; que puedan denunciar los abusos que se comete con agricultores, empleados y consumidores; que reconozcan la complicidad de los gobiernos y administraciones, que identifiquen cómo el modelo capitalista de alimentación, profundiza el hambre y la pobreza. Que se trabajen por la implementación de un modelo alternativo de producción y consumo de alimentos, así como, por un modelo económico y de sociedad diferente, al que impone el capital y las empresas a los gobiernos. Compañías de financiamiento, instituciones y proyectos con un valor cultural que beneficien a las personas y al medio ambiente, con el apoyo de ahorradores e inversores que quieren ayudar a hacer del mundo un lugar mejor.

Notas de pie de página:

  • Saucedo Arteaga Gabriel y Ortiz Gutiérrez Salvador. Deslocalización y relocalización del sistema alimentario. Cuadernos de Nutrición. Vol. 38. No.1 26-30:2015. México.

1 FAO; 2014 Año internacional de la agricultura familiar.

2 Noam Chomsky, “Los alimentos y los milagros económicos del tercer mundo.

3 El neoliberalismo: modelo macro-económico, que reduce la intervención del Estado en la economía, y deja que las leyes del mercado sean el instrumento para distribuir los recursos de la sociedad. Las políticas que favorecen al libre mercado son: a) la privatización de empresas públicas o paraestatales. b) Eliminación de los impuestos a mercancías y capitales extranjeros. c) Flexibilización laboral (desaparición de sindicatos y topes salariales). d) Recortes al gasto público (cobertura muy limitada de seguridad social, educación, poca inversión en infraestructura, eliminación de subsidios). e) Desregulación financiera. f) Apertura comercial de los mercados. g) La estabilidad macroeconómica como el principal objetivo de la economía.

4 Paul Krugman. –Premio Nobel de economía- Ha criticado y demostrado que la libre competencia es un mito; la competitividad es una metáfora y que hay una obsesión por ella tan engañosa como peligrosa: la competitividad es una palabra sin sentido cuando se aplica a la economía.

5 Rubio B Cada año 50 mil productores dejan el agro 2005. En 2011 para el consumo nacional se importaron 36% maíz, 94% soya, 85% arroz, 61% trigo y 20% de frijol.

6 Las cadenas productivas se refiere a todas las etapas comprendidas en la elaboración, distribución y comercialización de un bien o servicio hasta su consumo final; puede considerarse el financiamiento, desarrollo y publicidad del producto, ya que contribuyen el costo final.

Bibliografía recomendada

1.- Gretel H. Peltto y Pertti Pelto. Dieta y deslocalización desde 1750. En Rotberg y Rabb T. El hambre en la historia. 1990 Ed. Siglo XXI.

2.- Rubio B. Voces de la desesperanza: la desestructuración alimentaria en México. Gaceta laboral. 2006: 12 (1): 69-89.

3.- Chomsky N. Los alimentos y los milagros económicos del tercer mundo. en: Cómo funciona el mundo”. 2013: 105-107. Ed. Capital intelectual primera reimpresión. Buenos Aires

4.- MANCE, E. A. Cadeias Produtivas em Economia de Rede. Candeia, 2000, Año I, No.1.